Casa Pilar

Casa Pilar: un lugar que sorprende
Aunque llevo ya en la Habana 4 años nunca había ido a Casa Pilar. Todo el mundo habla de este restaurante, que si Casa Pilar por aquí, que si Casa Pilar por allá, el caso es que por fin puede lograr tener la ocasión y el tiempo para ir a la tan afamada Casa Pilar. El lugar es encantador: terraza muy agradable, salón cerrado con un buen aire acondicionado y decorado con objetos y pieles africanas que le proporciona un encanto especial. Sin embargo, lo que le da carácter al lugar no es la estupenda refrigeración ni la acogedora terraza, el encanto es la personalidad de la propietaria –Pilar-. Ella nos recibió con una sonrisa en la boca y con una calidez que te hace sentir como en casa. Es en mayúscula una señora. Una señora elegante como desgraciadamente hay pocas. Hecha a sí misma, trabajadora incansable y luchadora nata. A lo que íbamos, comenzamos con unos entrantes entre los que desatacó por encima de todo las croquetas de cabrales, las cuales recomiendo ampliamente. De los platos fuertes que degustamos me voy a quedar con el pez perro con cubierta de alioli, de sabor sorprendente y de una finura y delicadeza también sorprendentes, donde el ajo es solo un sabor que apenas toca el paladar. Casa Pilar trabaja con algunos productos españoles y los combina con la comida cubana creando una variedad de sabores y un mar de sensaciones que hace, por supuesto, obligatoria su visita aunque te pasees solo un día por nuestra querida Habana, lugar de amores y desamores, lugar de dramas y comedias. No me despido queridos y pacientes lectores sin la frase del día: No hay amor más sincero que el amor a la comida (George Bernard Shaw). Ángeles de Toro