Vip Havana
UN LUGAR AGRADABLE
El pasado domingo me llamó mi amigo Antonio que estuvo 2 días de paso por La Habana y quedamos para almorzar; aunque los domingos es momento de estar en casa haciendo el vago, me apetecía verlo y quedamos en el Vip Havana (Calle 9 No. 454, e/ E y F, Vedado), sobre todo porque tiene un estupendo aire acondicionado. Hacía mucho tiempo que yo no visita ese lugar aunque siempre me habían atendido bien, pero por circunstancias de la vida no había encontrado el momento para visitarlo.
Llegamos a las 2 de la tarde y el almuerzo transcurrió entre risas y chismes de forma muy agradable. El ambiente del lugar no era bueno, era buenísimo, con pocos comensales, y como era de esperar con una temperatura fresca y muy bienvenida que combatía la canícula habanera ya que llegamos al sitio “destrozaos” y exhaustos. Como entrantes pedimos unos calamares a la romana, una ensalada de la casa y unos pescaditos rebozados, hay que reconocer que estuvo todo delicioso y bien servido. De plato fuerte solicitamos pescado a la plancha, mi amigo atún en rodajas y yo pargo.
A veces no entiendo lo que a menudo pasa en esta ciudad y que voy a relatar: El atún si lo queríamos a la plancha tenía que ser en filete, obligatoriamente, y aunque la camarera preguntó en cocina no podía ser a la plancha en rodajas o en medallones, aunque disponían de los dos tipos de corte. ¿Por qué? … ¿Por qué si lo queríamos en medallones tenía que ser a fuerza en salsa y no a la plancha? Solo se me ocurre pensar que ya estuviera cocinado y había que darle salida al plato, y… si estaba ya hecho ¿desde cuándo?, no sé, el caso es que mi amigo Antonio ante esta disyuntiva se decidió por el filete de atún a la plancha, por si acaso, y yo por el filete de pargo también a la plancha y también por si acaso, que no se puede jugar con esta mercancía en el calor isleño que nos contempla. La calidad del pescado era buena, sin embargo, a pesar de pedirlo poco hecho, solo vuelta y vuelta para que quedara sellado, se les paso un poco la mano y resultó un tanto seco. No pedimos postre porque yo hace tiempo y para mantener la línea decidí no comer postre los domingos, no me ha dado mucho resultado pero yo me mantengo en mis trece y sigo sin postre dominical.
Para terminar, mis queridos y pacientes lectores, solo señalar que el servicio de camareras destaca y por mucho por su profesionalidad y eficacia, cualidades a tener muy en cuenta al seleccionar un sitio para pasar un rato entre risas y chismes…
Me despido hasta la próxima semana donde retomaré mis aventuras habaneras con una profunda reflexión: “Quien comparte su comida, no pasa solo la vida” (anónimo).
Ángeles de Toro
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